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Atención, todos los enfermos de cáncer y los que no quieren llegar a serlo.

Hay un libro imprescindible sobre el tema: "A las células cancerosas les encanta el azúcar - los pacientes necesitan grasa", publicado en mayo de 2012, así que totalmente nuevo. La Prof. Dra. Ulrike Kämmerer, del Hospital Universitario de Würzburg, la Dra. Christina Schlatterer y el Dr. Gerd Knoll han recopilado minuciosamente en este libro todo lo que hay que saber sobre la nutrición en el cáncer, lo han evaluado de forma estrictamente científica y lo han resumido de forma comprensible para todos. De él han surgido cosas maravillosas, algunas de las cuales contradicen considerablemente la opinión predominante.

Durante décadas, legiones de investigadores han buscado una cura para el cáncer. Se depositaron muchas esperanzas en la genética. Por desgracia, todas (casi) infructuosas. Todavía no existe una verdadera cura para el cáncer. En su lugar, se intenta tratar el cáncer con métodos contundentes como la quimioterapia, la radioterapia y la escisión, a veces con más éxito, a veces con menos.

Otto Warburg sabe desde hace 100 años que las células cancerosas invasoras -las que devoran su entorno- tienen un metabolismo muy especial. Fermentan la glucosa (=azúcar) en lugar de quemarla con oxígeno. En el proceso, consumen entre 20 y 30 veces la glucosa que necesita una célula sana. Y hay algo más: estas células cancerosas no pueden hacer nada con la grasa, mientras que las células sanas sí. Así que, eso es realmente todo. Eliminamos los carbohidratos y comemos sólo grasas y proteínas. Eso es lo que yo haría, de todos modos, porque no me apetece dar de comer al cáncer. Pero ahí está la opinión predominante y algunas peculiaridades.

A los enfermos de cáncer se les sigue recomendando una dieta "normal" con muchos hidratos de carbono. Incluso a los enfermos terminales, agotados por el cáncer, se les administran infusiones de glucosa. ¿En qué argumentos se basan? En ninguno, es sólo ignorancia e impotencia. Pero eso se acaba con este libro. Está demostrado que una dieta con pocos hidratos de carbono es absolutamente positiva para el enfermo de cáncer. Y, cuantos menos, mejor. Esto es lo que hay que saber:

El cerebro humano y los glóbulos rojos necesitan unos 200 g de glucosa al día para funcionar. Sin embargo, el cuerpo sólo puede almacenar glucosa durante un día como máximo. Si no hay nada que comer durante más tiempo, el organismo intenta primero producir la glucosa "necesaria" a partir de las proteínas del propio cuerpo. Las proteínas son valiosas y al cuerpo no le gusta regalarlas. Al cabo de un tiempo, el cuerpo empieza a producir los llamados cuerpos cetónicos a partir de la grasa. El cerebro puede utilizarlos como sustituto de la glucosa, de modo que el cuerpo sólo necesita unos 20 g de glucosa al día. Producirla a partir de proteínas ya no es un problema. Muchos estudios también sugieren que los cuerpos cetónicos tienen un efecto negativo adicional sobre las células cancerosas.

Quién no ha oído hablar de testimonios de que el cáncer ha sido derrotado por el ayuno en muchos casos. Lo que acabamos de comentar es la condición durante el ayuno. El cuerpo vive de su grasa hasta que ésta también se agota. Entonces muere, con o sin cáncer. Pero si comemos grasa, el ayuno nunca se detiene. ¿No es ingenioso? A las células sanas les va bien y las cancerosas pasan hambre, se mueren de hambre o vuelven a cambiar su metabolismo para quemar grasa. Esto último no es tan bueno como la muerte de estas células pero al menos pierden su característica más peligrosa, la invasividad. Si... si si no nuestro propio cuerpo produce tanta glucosa que es suficiente para que el cáncer sobreviva.

Y está el deporte, más concretamente el entrenamiento muscular y de resistencia. Es bien sabido que el cuerpo siempre quema glucosa antes que grasa. Así que si nuestro cuerpo produce demasiada glucosa, podemos gastarla con ejercicio y mantener el cáncer a raya. Además, la actividad física tiene un efecto positivo en toda la persona a muchos otros niveles.

Por supuesto, los autores se muestran extremadamente cautelosos con las promesas de curación, ya que éstas sólo pueden hacerse si un procedimiento ha sido probado en un ensayo multicéntrico, aleatorizado, controlado con placebo y a doble ciego, y declarado eficaz. ¿Cómo podría hacerse eso aquí y, si fuera posible, quién lo financiaría? No hay nada que ganar. No obstante, el libro habla un lenguaje claro y todo paciente de cáncer debería abordar seriamente este tema. Y si su médico/oncólogo aún no sabe de estas cosas, aquí encontrará los argumentos necesarios.

¿Sigue siendo escéptico? Inténtelo. Los esquimales también sobrevivieron. ¿Qué tiene que perder?

Bueno, y cuando esté listo para entender cómo funciona esta dieta "cetogénica", este libro no le dejará solo. Incluso incluye algunas recetas. Y si te sientes demasiado débil para hacer ejercicio y cambiar tu dieta debido al cáncer o al tratamiento, necesitas motivación. También la obtendrá. Verdaderamente una obra de referencia que será aún más importante en el futuro.